Comentario general
sobre la exposición.
En el instante en que el artista decide abandonar la reproducción directa de la naturaleza y forja una imagen a su maniera, evitando deliberadamente recordar la distorsión visual impuesta por la perspectiva, propone un lenguaje autónomo, un lenguaje que solo requiere la expresión abstracta de los contornos y las cualidades de la pintura sin necesidad de ninguna justificación teórica. La obra de Carlos Pascual alcanza este cenit al liberarse de todo lo que la limitaba en su expresión plástica, dando origen a un lenguaje que se nutre y se agota en su propio ser. Un trance que va más allá de cualquier interpretación formalista, semejante al cuadrado de Malevich, donde no solo discutimos sobre planitud y monocromía, sino que penetramos ya en el terreno de lo metafísico. Y es que la pintura acontece en el lienzo, donde la abstracción se despliega, germina y se expande, al mismo tiempo que el velo del color, volviéndose abstracto, desafía simultáneamente la conceptualización, tejiendo un misterioso diálogo con lo inefable.