La Plata, Argentina (1931), vive y trabaja en Segovia (España).
Biografía
Hacia 2002 comencé a trabajar en la serie que denominé Marginalidad y desplazamientos: bandas negras realizadas sobre fondo blanco, que fueron mis primeras obras en esta restringida gama. Las bandas se adhieren al perímetro de la tela, pero ocasionalmente se fraccionan, reapareciendo en el costado de la tela. Lo cual, como se observará, es una manera de sintetizar mi vieja aspiración a que la pintura sea leída en su totalidad objetual. Más de cuarenta años atrás, cuando vaciaba la superficie frontal del cuadro, obligaba al espectador a buscar ‘lo pintado’ sólo en los cantos, o sea los costados provistos por el bastidor. Ahora hay una imagen frontal –mínima—pero el espectador(a) que venza el hábito convencional de mirar la pintura de frente, es recompensado porque ha de obtener “más”: lo pintado en los cantos amplía la imagen, la completa. Es lo que llamo “la visión integral de la pintura.”
Plinio el Viejo, en su Historia Natural, sostenía que tanto la paleta de Apeles como la de sus contemporáneos de la Grecia clásica se limitaba a cuatro colores, blanco, negro, rojo y amarillo. Pero como sabemos por la evidencia arqueológica que los griegos disponían de otros pigmentos, es posible pensar que Plinio estaba tratando de establecer una correlación de índole metafísica de estos colores “primarios” con los cuatro elementos aristotélicos, tierra, aire, fuego, agua. Esto es lo que me interesa subrayar, la resonancia simbólica, histórica de esta restringida gama de color.
César Paternosto
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